ODIO A LA DEMOCRACIA
Este odio de la democracia presenta dos aspectos. En primer lugar encontramos el aspecto que podríamos denominar "oficial", es decir, hay una denuncia por parte de los gobiernos de sus expertos, del mundo oficial, contra las democracias "ingobernables", y en particular, en Franica, donde encontramos una serie de males para los gobiernos; huelgas que obligan a los gobiernos a retirar poryectos de reforma del mercado laboral o de la producción social; las elecciones de 2002, en las que el candidato socialista no pasó a la segunda vuelta; el voto negativo de los franceses en el referendum de 20005 sobre el TCE, etc. Todo lo cual ha dado pie a un gran lamento contra el "pueblo", ya se entienda que éste lo constituyen los movimientos sociales o bien el electorado ordinario. Éste es el aspecto oficial. El segundo aspecto, que resulta más destacable, más espectacular, lo constituye el hecho de que buena parte de la inteligentsia de izquierdas, formada en el pensamiento marxista, entre Marx, Lacan, Foucault, Debord, etc, etc., ha empezado a sostener cada vez más un discurso manifiestamente reaccionario. De esta suerte, hemos asistido a una especie de inversión del discurso marxista, en especial en lo que atañe a la cuestión de la relación entre democracia y capitalismo, los análisis de la "sociedad de consumo", la alienación consumista de la década de 1960, etc., han sido puestos del revés por estas personas, que han comenzado a ver en ello, no un problema con el capitalismo, sino con la democracia. Se han preguntado entonces: ¿qué es la democracia? A lo que responden que es el reino de los individuos aislados, consumidores, que quieren cada vez más igualdad. ¿Y qué es la igualdad? A lo que responden que es la realción entre quienes venden un producto y aquellos que lo compran, es la igualdad monetaria y mercantil. A su juicio, la dominación mundial de la lógica del mercado es la dominación de los individuos democráticos. Asistimos, pues, a un reciclaje de viejos temas de la izquierda: la crítica de la mercancía se ha tornado en el tema de la crítica del individuo democrático consumidor. De haber al fin y al cabo una dominación mundial del capital, la causa ha de atribuirse al individuo egoista de la democracia
Jacques Rancière, Entrevista, El Viejo Topo septiembre 2007

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